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Writer's pictureLeo Corry

¿Arde Tel Aviv?

Las manifestaciones espontáneas se encendieron otra vez en la noche de ayer (miércoles) en Tel Aviv (y en muchos otros lugares del país), con decenas de miles de manifestantes interrumpiendo el tráfico en la vía rápida central de la ciudad, la autopista de Ayalón. La chispa no se produjo por la muerte de un joven en los suburbios a manos de la policía como recientemente en París, sino por la renuncia definitiva del oficial Ami Eshed, comandante del distrito central en la policía israelí y los eventos que la acompañaron.


Disturbios en Ayalón (Foto: Tomer Appelbaum en Ha'artez)


Esto no empezó ayer. A fines del mes de marzo, Bibi destituyó arrogantemente al Ministro de Defensa, Yoav Galant, sin previo aviso, por atreverse a advertir que la revuelta legislativa estaba amenazando la seguridad del país. Explotaron tremendas manifestaciones como nunca se habían visto en el país, y al final Bibi se retractó de la destitución antes de que ella se volviera oficial, y sin siquiera mencionar lo que había pasado. A la vez, el ministro Ben Gvir y el comandante general de la policía, Kobi Shabtai, destituyeron a Eshed de su cargo a través de una llamada telefónica, sin ni siquiera traerlo a audiencia. La razón: en opinión del ministro, Eshed actuaba de manera indulgente para con los manifestantes. Sin embargo, la fiscal general de la nación, Gali Beharav-Miara, ordenó inmediatamente la suspensión del proceso de destitución aduciendo la ilegalidad total del proceso tal como se había realizado. Shabtai admitió en el acto que había cometido un error de juicio "con respecto al momento y a la manera" en que realizó la destitución, y afirmó que seguiría las instrucciones de Baharav-Miara. Sin embargo, algunas semanas más tarde anunció que Eshed sería transferido a otro cargo dentro de la organización, un cargo de importancia secundaria y totalmente falto de influencia.


Desde el comienzo de las manifestaciones hace seis meses, Eshed nunca acató las demandas de Ben Gvir, y la policía en Tel Aviv permitió que los manifestantes bloquearan temporalmente carreteras todas las semanas, incluido Ayalón, llevando después de un par de horas a conversaciones de apaciguamiento y una apertura renovada sin mayores daños físicos o materiales. Hay que recordar que, según la ley israelí, el ministro no puede dar órdenes operativas a los oficiales, que son los únicos con autoridad para decidir en este tipo de situaciones. Eso por supuesto saca de sus casillas a Ben Gvir, que quisiera ver violencia desenfrenada contra los manifestantes. Hay que recordar que Ben Gvir tiene una larga historia de actuaciones violentas, y fue condenado en el pasado ocho veces por ayuda a organizaciones terroristas (judías …).


Eshed siempre se comportó siguiendo una política de restricción de la fuerza. “Insistí durante la protesta una y otra vez que el distrito de Tel Aviv bajo mi mando demostraría que es posible actuar de otra manera”—declaró en el pasado. “Es posible y necesario tanto permitir las protestas como establecer límites claros para ellas de acuerdo con la ley.” La actitud de Eshed logró mantener un balance muy inteligente ante la situación tensa que vive el país ya más de medio año. Llegamos al caso curioso en que un jefe de policía encargado de mantener el orden ante manifestantes, logra hacerlo a su manera, y a la vez se transforma en un héroe local a los ojos de los manifestantes, que en una de las manifestaciones lo recibieron con aplausos. Obviamente, también se volvió un blanco cómodo para los promotores de la revuelta constitucional y de la máquina de veneno liderada por la gente de Yair Netanyahu, quienes han estado amenazando a su persona y su familia desde entonces.



Ami Eshed - Oficial de policía (Foto: Yair Sagi en Yedioth Aharonot)


Eshed anunció ayer su renuncia formal y definitiva de la policía, y expresó que fue destituido de su cargo por motivos políticos. "Estoy pagando con mucho orgullo un precio personal altísimo por mi decisión de evitar una guerra civil en el país", declaró en una rueda de prensa. “Desafortunadamente, por primera vez en tres décadas de servicio me encontré en una situación alucinada, donde mantener la calma y el orden público no se considera un logro deseable, sino todo lo contrario … mi pecado fue no cumplir con las expectativas del ministro, que incluían romper todas las reglas, despreciar los procedimientos legales, y atentar con el orden organizacional y las normas básicas de toma de decisiones en la organización … Podría haber cumplido fácilmente esas expectativas si hubiera usado la fuerza de manera irrazonable. Podríamos haber evacuado Ayalón en minutos rompiendo cabezas y aplastando huesos... podríamos haber llenado la sala de emergencias del hospital Ichilov al final de cada manifestación".


Eshed también llamó a sus colegas, los altos oficiales de la policía, a mantener firmemente las normas democráticas, recordándoles que un oficial de policía es ante todo un servidor público y comprometido con el bien público. No permitan—insinuó—que 'el precedente Ami Eshed' amedrente a los oficiales, o que los comandantes de distrito vayan ahora a temer decir lo que piensen o a flexionar sus valores". Este llamado, desafortunadamente, no va a tener eco. No faltan los altos oficiales en la policía deseosos de aprovechar la oportunidad para recibir una promoción y nuevos cargos, que ya han declarado abiertamente en los medios de comunicación (hecho insólito de por sí) que, en caso de ser electos al cargo de comandante general o comandante del distrito de Tel Aviv, sabrán actuar de acuerdo con las directivas del ministro Ben Gvir. Hacia allá es hacia donde vamos, y ya ayer se vieron por primera vez en varios lugares del país agentes de la policía con sus caras cubiertas (prohibido hasta ahora en Israel) aplicando violencia que nunca se había visto.


Cabe agregar, que Eshed no es el único alto oficial en la policía que se ha retirado de servicio en los últimos meses frente a la destrucción que Ben Gvir ha sembrado en la organización. El mismo comandante general Shabtai avisó que no ve la posibilidad de seguir en servicio con un ministro así, y que no va a pedir una extensión a su nombramiento más allá de enero, tras completar sólo tres años en esa posición. Además de él, ya se han retirado el comandante del ala de operaciones, Amnon Elkalai, el comandante del ala de transporte, Alon Aryeh, el comandante del Distrito Central, Moshe Barkat, el secretario de seguridad del Ministro de Seguridad Nacional, Eli Kazari, el jefe del departamento de planificación Danny Karibo, y el comandante del Distrito Norte, Shimon Lavi. Cada cual con sus razones.


Los estragos que Ben Gvir ha logrado en la policía en su flamante cargo de Ministro de Seguridad Nacional, no difieren mucho de los que han logrado sus colegas en los otros ministerios. Bezalel Smutrich como Ministro de Finanzas ha logrado destrozar la economía en sólo seis meses, y ahuyentar del ministerio a sus mejores talentos jóvenes. Eli Cohen ha como Ministro de Relaciones Exteriores ha destrozado igualmente el servicio diplomático. Miri Regev e Idit Silman han provocado un éxodo de profesionales de sus ministerios, transporte y ambiente, y se han dedicado a nombrar allegados políticos. El costo de la vida sigue disparado. Las inversiones extrajeras casi no llegan, incluyendo en la industria de la alta tecnología. Yoav Kish ha llevado como Ministro de Educación al sistema educativo a su punto más bajo en la historia … y así podríamos seguir indefinidamente. Y todo eso sin contar con la guerra a muerte que se ha declarado contra el sistema judicial en todos sus aspectos.

En estos momentos las manifestaciones todavía se suceden a lo largo del país. Ayer en la noche, la policía ya aplicó violencia de una manera desmedida, enviando a dos manifestantes, como Eshed lo predijo, al puesto de socorro del hospital Ichilov con múltiples heridas. No sabemos cómo va a seguir esto hoy y durante el fin de semana.


Schachar Genosar - herido en los disturbios de ayer (Foto: Tomer Appelbaum en Ha'artez)


El actual gobierno israelí es el mayor fracaso que se ha visto en la historia de nuestro dolido país en todos los campos y en todas les esferas, y una verdadera amenaza a nuestro futuro. Cero logros y miles de palabras. Lo único que se ha hecho en estos meses es legislar una serie de leyes personales que permiten a todo tipo de sujetos dudosos llenar cargos altos en el estado, incluyendo a Arieh Deri, convicto dos veces por corrupción, que ahora va a poder ser nombrado nuevamente ministro de salud y ministro de interior (un cargo no le basta). También va a poder segur repartiendo cargos importantes a allegados, gran parte de ellos sin cumplir con los requerimientos profesionales mínimos necesarios para nominar a dichos cargos.


Y a la cabeza del desastre, no hay que olvidarlo por un instante, se encuentra Bibi Netanyahu, que no ha dicho ni una sola palabra sobre la situación en los últimos días. Debe estar degustando los habanos exclusivos y la champaña rosada que—por montos que superan los cientos de miles de shekel—recibió como “regalos personales” de parte del potentado israelí residente en Hollywood, Arnon Milchen. En estos días Milchen está atestiguando en los juicios de corrupción contra nuestro Primer Ministro, y la vergüenza que uno siente al escuchar los testimonios es incontenible. Los hechos están claros y no están siendo cuestionados. Solamente se cuestiona la pregunta legal sobre la legitimidad de tales regalos a cambio de esfuerzos del lado de Bibi, a favor de leyes impositivas que benefician directamente a Milchen. Si Bibi va a salir inocente o culpable de recibir sobornos de este tipo (y el caso Milchen es sólo uno de ellos) es una pregunta de tipo jurídico sobre la cual no puedo decir mucho antes de escuchar, algún día, el veredicto. Pero a nivel público y moral, pensar en estos días tan difíciles, que nuestro líder político dedica su tiempo, junto con su esposa, a exigir de sus “amigos” que le proporcionen constantemente este tipo de ofrendas (junto con joyas, vestimenta de diseñadores, etc.), es una razón de tristeza muuuuy profunda.

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