Estas líneas las escribo cuando se han contado 89% de los votos de quienes votaron ayer en las urnas regulares en todo el país. Los escrutinios no incluyen los votos de quien estaba impedido de votar regularmente en el lugar de su residencia. Es lo que se llama acá el sistema de “sobres dobles”, y aplica generalmente a los soldados, a los presos, a los hospitalizados, y a las misiones diplomáticas en el exterior. Este año se le añaden todos los que se encuentran oficialmente aislados por COVID-19. Se trata de unos 450 mil votos, que se empezarán a contar esta noche. La mayoría de los analistas estiman que ellos no podrán cambiar de fondo la situación actual del electorado.
El conteo actual lo representa YNET de esta manera:
Bibi puede contar con el apoyo incondicional de 52 escaños (Likud, Shas, Yahadut HaTorá, Hatzionut Hadatit). Lo más probable es que también Yemina de Benet se uniría a ese bloque, pero a cambio de un precio político altísimo y totalmente fuera de proporción a los 7 escaños que aportaría. Y de todas maneras se llegaría a 59, que queda corto de lo necesario para crear un gobierno con Bibi a la cabeza.
El bloque de la alternativa a Bibi, que incluye a todos los que han declarado terminantemente que no se unirían a un gobierno liderado por él llega a 56: Lapid, Gantz, Meirav Michaeli, Lieberman, Saar, Meretz y el partido árabe unido. En teoría, Benet podría unirse a este bloque y hacerlo llegar a 63. Pero eso no va a pasar, porque para crear un gobierno así habría que contar con el apoyo árabe lo cual ni Benet ni Saar harían en ningún caso, probablemente tampoco Lapid, Lieberman o Gantz.
Un caso separado es el partido árabe Raam que dejó abierta la posibilidad de colaborar de alguna manera con la elección de Bibi (apoyando sin entrar al gobierno), a cambio de concesiones muy concretas destinadas a mejorar las condiciones de vida de la población árabe en todo el país, lo cual Bibi de todas maneras anunció como una de las metas de su nuevo gobierno. Es una vía posible que llevaría a la creación de un gobierno minoritario, pero es un escenario inprobable, por lo menos según las declaraciones en este momento, porque los asociados del Likud (especialmente Hatizonut Hadatit, cuyas consideraciones ideológicas son muy de peso en sus decisiones) no aceptarían en ningún caso que su gobierno se base en apoyo árabe. Es posible, por el otro lado, que se alcen voces dentro del Likud que apoyen esta posibilidad, dado que para ellos la sed de poder y el deseo de nuevos cargos lucrativos y de influencia podría a fin de cuentas sobreponerse a las consideraciones pseudo-ideológicas. Pero no le doy mucho chance a esta dirección.
Otra posibilidad que existe en teoría es la de la deserción de algunos miembros electos, que crucen las filas de un bando al otro, rompiendo así el impase. Eso pasó en las elecciones pasadas, lo que causó un gran desprestigio y vergüenza para quien lo hizo, pero como ya sabemos, no faltan desfachatados y faltos de vergüenza en la política israelí, y siempre existe la gran excusa del mártir: “lo hice porque era lo único que podía salvar al estado y al pueblo de Israel”. Pero la verdad es que en este momento no se ven muchos nombres específicos de candidatos potenciales para hacer un paso así en ninguno de los dos lados.
Algunos detalles importantes de los resultados son dignos de mención:
Todos los partidos que no estaba claro si iban a pasar la barrera mínima entraron a fin de cuentas. Excepto en el caso de Raam, eso no afecta mucho la posibilidad de crear un gobierno por este bloque o el otro, porque los mandatos se balancean dentro del bloque, pero sí importa para cada uno de los partidos que entraron y para los desarrollos futuros del sistema de partidos en Israel.
Una de las mayores sorpresas que vimos ayer fue que Gantz recibió 8 mandatos, cuando muchos lo consideraban ya un cadáver político. Tampoco cambia mucho la situación general.
Como se esperaba, el número de votantes entre la población árabe fue muy bajo. Eso le dio al partido unificado nada más que 6 mandatos, y a Raam otros 5. En las elecciones pasadas el partido árabe unido tenían 15 mandatos, así que la bajada es drástica.
El caso de Gideon Saar y su partido Tikva Hadasha es de especial interés. Al anunciar su creación hace algunos meses las encuestas le daban 20 mandatos, de los cuales la gran mayor[ia ven[ian del Likud, supuestamente, por lo cual ese partido podría transformarse en un game-changer. Nadie creía que eso era lo que iba a obtener al final, pero no creo que alguien pensó que obtendría tan sólo 6.
A menos de que haya alguna sorpresa de último momento (lo cual puede pasar en este país tan creativo) parece que después de algunos intentos de formar gobierno, que terminen en fracaso de ambos lados. vamos otra vez a elecciones y entramos en una época de gobierno de transición con Bibi a la cabeza. Es bueno para él, como ya expliqué, aunque obviamente también Bibi preferiría un gobierno estable (siendo él el Primer Ministro, por supuesto). Pero para este país se trata de una gran tragedia en tres aspectos por lo menos:
El país va a seguir a la deriva, sin capacidad de tomar decisiones o aprobar un presupuesto nacional, y mucho menos hacer reformas en los asuntos importantes de la sociedad y la economía con una visión ni siquiera a mediano plazo (el largo plazo no existe aquí hace ya muchos años). Tendremos que enfrentar en las peores condiciones posibles una de las crisis económicas y sociales más graves que se hand dado acá, a raíz de la corona. Y eso aún asuminedo que desde el punto de vista de salud sigamos mejorando la situación, lo cual tampoco es definitvo en este momento, por bien que se vean las cosas.
La legitimidad del sistema político de Israel sufrirá de un desprestigio aún mayor que el que lo caracteriza hoy. Creo que no hay necesidad de explicar lo peligroso que es esto.
Para los que ven en Bibi y en su interminable gobierno corrupto e ineficiente una maldición a la que debería ponerse fin, los cuatro procesos electorales que hemos pasado son muy malas noticias. Si ni siquiera la iniciativa de Saar, y quien se separó del Likud con él, logró cambiar el mapa de los bloques, es claro que en el futuro visible Bibi es inmovible. Hay quienes acentúan el hecho opuesto, o sea que Bibi no ha sido capaz ya cuatro veces de vencer en las elecciones. Es verdad … pero de hecho ahí está todavía como líder y es difícil ver cuál es el proceso que llevaría a un cambio, y qué cambio sería ese.
Como escribí ayer, el camión de las mudanzas puede esperar. Parece que los Netanyahus se quedan por ahora en la calle Balfour de Jerusalén.
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